Las características únicas de la Tierra, incluido su potencial para la vida, pueden deberse a una supernova (una estrella cercana que explota) que sembró nuestro sistema solar con elementos radiactivos vitales en las primeras etapas de su formación. Este descubrimiento sugiere que los planetas similares a la Tierra podrían ser mucho más comunes en toda la galaxia de lo que se pensaba anteriormente.
El ingrediente que falta: elementos radiactivos
Los meteoritos antiguos revelan que el sistema solar primitivo era rico en materiales radiactivos que producían calor y que vaporizaban el agua de las rocas espaciales y los cometas. Este proceso fue esencial para establecer los niveles de agua de la Tierra a un nivel habitable. Sin embargo, de dónde provienen estos elementos ha sido un enigma. Se sabe que las supernovas producen tales materiales, pero las simulaciones de explosiones a corta distancia tuvieron dificultades para igualar las proporciones exactas encontradas en las muestras de meteoritos, y corrieron el riesgo de destruir por completo el naciente sistema solar.
Un proceso de dos etapas: la distancia importa
Una nueva investigación dirigida por Ryo Sawada en la Universidad de Tokio propone una solución: una supernova aproximadamente a 3 años luz de distancia podría haber proporcionado los ingredientes radiactivos necesarios sin causar una perturbación catastrófica. Este modelo funciona en dos fases. En primer lugar, las ondas de choque de la explosión liberan directamente elementos como el aluminio y el manganeso. En segundo lugar, los rayos cósmicos de alta energía de la supernova interactúan con los materiales del disco solar en formación, creando elementos radiactivos adicionales, como el berilio y el calcio.
“Los modelos anteriores se centraban únicamente en la inyección de materia. Me di cuenta de que estábamos ignorando las partículas de alta energía”, dice Sawada. “El joven sistema solar probablemente quedó sumergido en este baño de partículas”.
Implicaciones para la formación de planetas
Este escenario revisado aumenta la probabilidad de que se formen planetas similares a la Tierra en toda la galaxia. Los modelos anteriores requerían una supernova increíblemente cercana, similar a “ganar la lotería”. Sin embargo, a una distancia ligeramente mayor, el proceso se vuelve mucho más común. El equipo estima que entre el 10% y el 50% de los sistemas estelares similares al Sol pueden haber sido sembrados de esta manera.
Búsquedas futuras
Si se confirma, este mecanismo podría guiar futuras búsquedas de exoplanetas. Telescopios como el Observatorio de Mundos Habitables de la NASA podrían centrarse en sistemas cercanos a restos de supernovas antiguas para identificar aquellos con mayor probabilidad de albergar mundos similares a la Tierra. El equilibrio entre destrucción y creación es fundamental, como señala Cosimo Inserra de la Universidad de Cardiff: “Se necesitan los elementos adecuados y la distancia adecuada”.
Este descubrimiento no sólo profundiza nuestra comprensión de los orígenes de la Tierra, sino que también sugiere que las condiciones para la vida pueden estar más extendidas en el universo de lo que creíamos.































