La NASA ha dado un paso importante para recuperar los viajes supersónicos comerciales con el exitoso primer vuelo de prueba de su avión experimental X-59. Este avión único está diseñado para romper la barrera del sonido sin producir los familiares y discordantes estallidos sónicos que han mantenido en tierra los vuelos supersónicos sobre tierra en los Estados Unidos desde 1973.
El 28 de octubre, el X-59 despegó de las instalaciones Skunk Works de Lockheed Martin en California y aterrizó en el Centro de Investigación de Vuelo Armstrong de la NASA ese mismo día. Si bien este vuelo inicial no alcanzó velocidades supersónicas (que alcanzan un máximo de Mach 1,4, o aproximadamente 925 mph), permitió a los ingenieros probar exhaustivamente sistemas críticos. Al alcanzar una velocidad máxima de alrededor de 240 mph y volar a 12.000 pies, el avión funcionó como se esperaba.
El diseño del X-59 es sorprendentemente diferente al de los aviones convencionales. Su nariz alargada y en forma de cincel no es una mera elección estética; está diseñado para alterar la forma en que se forman las ondas de choque durante el vuelo supersónico. Esta innovación tiene como objetivo transformar el poderoso boom sónico en una serie de “golpes” mucho más silenciosos, comparables en volumen al cierre de la puerta de un automóvil.
Por qué es importante: el problema del boom sónico
Los booms sónicos nacen de las intensas ondas de presión que se crean cuando un objeto supera la velocidad del sonido. Estas ondas de choque se combinan en una única y grande onda que experimentamos como un fuerte estallido. En el pasado, las explosiones sónicas han causado importantes preocupaciones debido a su potencial de causar daños a los edificios y su efecto alarmante sobre las personas en el suelo.
Un controvertido estudio realizado en la ciudad de Oklahoma en 1964 demostró la naturaleza disruptiva de los vuelos supersónicos sobre zonas pobladas. El experimento reveló que las explosiones sónicas podrían romper ventanas, causar daños estructurales menores y perturbar profundamente a los residentes. Esto llevó a una prohibición generalizada de los vuelos supersónicos sobre tierra en los Estados Unidos.
¿Un futuro más tranquilo?
El diseño innovador del X-59 es la respuesta de la NASA a este desafío de décadas. El objetivo es demostrar que se pueden lograr vuelos supersónicos más silenciosos, allanando el camino para un resurgimiento de los viajes supersónicos comercialmente viables dentro de los EE. UU. Futuros vuelos de prueba llevarán al avión a sus límites supersónicos y, lo que es más importante, se estudiarán cuidadosamente las reacciones del público al “golpe” generado por estas explosiones más silenciosas.
Si tiene éxito, el proyecto X-59 podría revolucionar los viajes aéreos, reduciendo los tiempos de vuelo a través de grandes distancias y minimizando al mismo tiempo los efectos perturbadores de los vuelos supersónicos en quienes viven debajo.































